Lo que teníamos que decir es que...
Esto no tendría nada que ver con la literatura. Decimos -un poco redundantes porque así es el lenguaje didáctico, ¿no?...- que no tendría nada que ver con la literatura el que un tipo se pare a ofrecer el cambio de una expresión del dinero con un valor por otra de valor aproximado... Sutilmente aproximado. Aunque ya en esa sutil aproximación haya una metáfora, una sustitución de una cosa que se significa o casi alcanza por otra que se da en lugar de esa, siempre fugaz...
Es la frase remanida de un arbolito y lo que teníamos que decir es que no tenía nada que ver con la literatura sino porque un día Guido preguntó que por qué un poema de cummings que estábamos estudiando lo era, era/había un poema ahí en el pizarrón, era/había/dicho por mí que soy la profesora. En tanto que si él escribía una cosa así, no/era/había/dicho/poema. Es más, tanto así, que creyendo Guido que la literatura no era eso ni siquiera se había tomado la hipotética molestia de escribirlo, cuando podía haberlo hecho, por qué no.
El asunto es que -siempre después de consolar a Guido- se nos dio por insistir en pensar sobre el cambio en el arte -ya que nuestro programa recorre las vanguardias históricas en los tres clásicos géneros literarios, valga la contradictio a sensu-, la cuestión de cómo se le atribuye cierta clase de valor a las obras literarias, artísticas, humanas.
¿Hay alguna relación entre esta atribución de valor en el arte y la de la economía? ¿Hay alguna relación entre esta atribución de valor en el arte y lo que llamamos valor en términos morales?
...
Ah, ¿qué? ¿También teníamos que responder?
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