martes, 25 de septiembre de 2007

Repoetizando el Rock

¿Quiénes leen poesía? O debería preguntar, ¿quiénes la escuchan? Hoy en día los que acostumbran leer poesía son pocos en proporción al total de la población. Pero esto no significa que la poesía no esté entre nosotros. Hace ya un tiempo que empecé a prestarle más atención a las letras del Rock Nacional (sí, con mayúscula), pero hice la conexión en clase, hablando de Pierre Bourdieu. La analogía de la “alta costura” con la "alta cultura" inmediatamente me recordó “Alta Suciedad”, la canción de Andrés Calamaro. También me ayudó a llegar a esto el énfasis, por parte de la profesora, en que cualquiera puede leer poesía si tan solo se lo permite.


Pero ahí tenemos el meollo del asunto, ¿quién se lo permite? Vimos el trabajo que toma llegar a sentirse apto para leer un poema y dar opiniones, y darse cuenta de que nadie puede decir que son incorrectas, porque precisamente, son opiniones. Esta situación en la música solo se da con la música clásica, donde la poesía esta dada por armonías, y no palabras. La música clásica está puesta al nivel de la poesía en la creencia popular, “es para gente que sabe”. Hilando con el texto sobre "La evolución literaria" de Juri Tinianov, se podría decir que el arte en sí es un sistema, y que la poesía es un subsistema al igual que la música. Por lo tanto, un tercer subsistema surgido de la combinación de ambos ¿no debería estar al nivel de ellos, por separado? Sin embargo, el Rock Nacional no está a ese nivel en la visión popular. Por eso yo creo que se lo menosprecia. No se llega a ver la poesía en su interior, la integración entre las palabras que nos describen los sentimientos y las armonías que nos los despiertan.

Ante todo, seguramente, surja la pregunta de “¿pero cómo se lee la poesía?”, y la única respuesta que se me ocurre -teniendo en cuenta el contexto- es que de la misma forma en que se lee una canción hasta hacerla propia: con cada acorde y con cada silencio. ¿Cómo es que la sociedad llevó a que se considere a la poesía parte de la alta cultura? ¿Cómo es que está a tal nivel impuesto, que somos nosotros mismos los que nos privamos de ella? No importa cómo se llegó a esta situación, está en cada uno de nosotros hacer algo para revertirlo.



Próximamente una selección de las mejores poesías del rock nacional.


martes, 4 de septiembre de 2007

De costado

Allí está el hombre,
un hombre que
mira la vida
de costado


un hombre que ya no lucha,
un hombre que ya no lucha
por seguir peleando
por la libertad


un hombre completamente
vencido por el encierro
y que ya ha bajado
los brazos


y allí se encuentra el hombre,
encerrado en sí mismo
encerrado en todas las oportunidades
que dejó pasar
por ver la vida de costado

Los Heraldos Negros



Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

César Vallejo



El poema de Vallejo nos sitúa ante el drama del hombre peruano, condenado eternamente por su sangre india. Podemos percibir el dolor que siente el autor al escribir este poema, ya que sus versos parecen salir imparablemente desde el rincón más triste y enfurecido de su persona. "Los Heraldos Negros" nos permite conocer los sentimientos más fuertes de César Vallejo, y notamos en él sufrimiento y soledad, pero nunca resignación. A la vez justifica estos sentimientos, estos "golpes de la vida", como los llama en su poema, mediante cuestiones como la religión y el destino.

El autor simboliza el dolor y la frustración de un pueblo, denuncia la imagen de un Perú humillado que padece de una horrible y tenebrosa explotación. Vallejo asume el dolor colectivo, dejando que esa frustración fluya sin ningún límite, hasta que llegue a su verdadera conclusión, al triste designio de ser peruano. En este caso, se nota la intensidad con la que fue escrito el poema, que describe sin remordimientos el dolor de una persona y los golpes a los que, inevitablemente, tendrá que enfrentarse tarde o temprano. Es notable que en este poema el autor no presenta miedos ni culpas al demostrar lo que siente, sino que describe exacta y profundamente sus más grandes temores.

En "Los Heraldos Negros" Vallejo se siente abandonado, perdido en un universo comandado por Dios, por la religión. Vallejo, que nace en un hogar católico y es educado bajo esa religión, a los que debe el que sus sentimientos se asocien directamente a su espíritu. Se puede ver que hasta en los peores momentos de su vida, en los momentos en que la amargura lo impulsa a olvidar toda creencia, se expresan en él estas enseñanzas que lo hacen negarse a dar todo por perdido. Al nombrar el destino como una justificación de las penas sufridas, el autor da a entender que estos golpes son irreversibles, inevitables, pero aún así no baja los brazos.

En conclusión, el poema "Los Heraldos Negros" de César Vallejo nos permite conocer los sentimientos de un hombre triste que describe a la perfección cómo se siente enfrentarse a los golpes que irrevocablemente se presentan en la vida de todo ser humano.

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lunes, 3 de septiembre de 2007

Aguas Divididas

Hacia un lado, soñadores
Hacia el otro, detractores
Sueños que logran progreso,
fracasos por culpa de necios.

Un pueblo dividido,
dos visiones encontradas
Un mismo país por construir,
actitudes separadas.

Como el mar dividido por Moisés,
el destino estará en las acciones
Pasarán quienes quieran construir,
se hundirán los de negras decisiones.