Jorge Luis Borges, al regresar a la Argentina después de haber vivido su adolescencia y primera parte de su adultez en Europa, queda maravillado al redescubrir Buenos Aires; y esto se refleja en su primer libro Fervor de Buenos Aires.
El haberse iniciado literariamente en Europa permitió a Borges tener un contacto directo con las nuevas tendencias. Así fue que formó parte de los precursores del ultraísmo, un movimiento vanguardista que surgió en España en el año 1918. Uno de los objetivos de este fue la reducción de la lírica a su elemento primordial: la metáfora. Resaltamos este punto porque es algo que los tres destacamos incluso antes de discutirlo (todos lo dijimos sin haber escuchado a otro antes). Lo primero que se puede notar en los tres poemas es que todo el contenido está construido por imágenes y metáforas. En una primera lectura solo pueden obtenerse ideas superficiales o directamente no comprenderse. En todos representa recuerdos y emociones mediante metáforas.
A la hora de responder, a partir del estudio de estos poemas, la pregunta “¿Cómo cambió el arte literario?” estamos todos de acuerdo en que, en este caso, pasó a ser una expresión mucho más natural de las emociones y sentimientos del autor, y dejó de estar hecho en el molde de lo preestablecido. Antes de las vanguardias históricas, los poemas solían ajustarse mucho más a tópicos y estructuras rítmicas y estróficas. Fue entonces que dejaron de necesitar de esas estructuras para poder ser considerados poéticos.
Guido Galicer, Pablo Barman y Andrés Lifschitz
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