Como explica Pierre Bourdieu en su texto “Alta costura, alta cultura”, la moda y la cultura, aunque parezcan totalmente opuestos, parecen tener un modo de acción similar en sus “campos”. “Llamo campo a un espacio de juego, a un campo de relaciones objetivas entre los individuos o las instituciones que compiten por un juego idéntico.” Esta es la definición que Bourdieu hace de “campo”, es decir que podemos llamar campo al ámbito social en el cual se movilizan la alta cultura y la alta costura. Entonces, la similitud entre estos dos campos radica en cómo la gente que pertenece a cada uno de ellos compra las obras del autor que esté a la vanguardia o viste según la ropa del diseñador que este de moda. La pregunta que se hace Bourdieu aquí es: ¿quién dice qué está a la moda?, y la pregunta que a mí me surge y sobre la cual pretendo sondear una respuesta es cómo la gente que pertenece a alguno de estos dos campos se adapta según la actualidad de quienes sean imponentes en un campo determinado. Trataré de hacerlo desde lo visto en clase.
Lo primero que me permite abordar esta reflexión es, tal vez, la película Zelig del prestigioso cineasta norteamericano Woody Allen. En esta película, que vino al aula a raíz de otro tema, se ve cómo un ciudadano aparentemente común, en la ciudad de Manhattan de los años ‘30, padece una extraña conducta que hace que se adapte física y mentalmente en relación con las personas que lo rodean. Zelig, el personaje que adopta este llamativo comportamiento, se convierte en cualquier cosa que se le aparezca al lado, desde un indio, hasta un psicólogo y logra que quienes están al lado lo crean. Más tarde, en este falso documental, el caso es dado a conocer por la prensa mundial y entre idas y vueltas Zelig es curado finalmente por una psicóloga que termina por convertirse en su esposa. Pero lo que viene al caso de esta película es el mensaje que se puede leer entre líneas, que es una clara crítica a la sociedad de la que habla Pierre Bourdieu. Zelig no es más que una representación de las personas que están dentro de algún campo, ya sea de la cultura, de la ropa de moda, académico o cualquier otro y que entonces se adaptan para seguir perteneciendo a él.
También me permiten tratar de responder la pregunta las polémicas obras del dramaturgo y poeta, autor de obras como Un enemigo del pueblo y Casa de muñecas entre otras, Henrik Ibsen. En Un enemigo del pueblo, obra que fuimos a ver en horario extraescolar, se ve una representación de una sociedad que prefiere, aunque sabiendo que incurre en lo incorrecto, aceptar la idea del alcalde de la ciudad, de los dos hermanos enfrentados el que contaba con más poder, quien proponía no dar aviso a los turistas de la contaminación de las aguas para que siguieran yendo. Esa misma sociedad calla al Doctor Stockman, hermano del alcalde con quien se enfrenta justamente por denunciar el problema ambiental. El Doctor, luego de luchar por su idea duramente, no consigue su propósito y es acorralado por el pueblo, sin embargo, consigue quedarse con su familia. Uno de los mensajes que se puede extraer, entonces, de esta obra y que nos permite abordar el tema que estamos tratando es el de que no hay que dejarse influenciar por la multitud o por quienes tienen más poder sino por las convicciones de cada uno o, como se podría decir, no ser un “Zelig” dentro de la sociedad, sino ser uno mismo. Y vemos así que esta conducta afecta sin dudas al cambio, a la evolución, en la literatura. ¿Por qué?: porque si todos se adaptan por conveniencia a la idea de uno, entonces estarán olvidando las suyas y la evolución por tanto será mucho más lenta. En vez de tener la propuesta de cada ciudadano del pueblo, tenemos una única, la del alcalde.
A partir de aquí llegamos tal vez un poco más cerca a sondear la respuesta sobre quiénes contribuyen a la vanguardia y quiénes la imponen, que por más buena fe que se tenga puede ser que la sociedad repita la conducta “zeligniana”. Entonces podemos decir que, por un lado, quienes imponen la moda son quienes con su poder hacen valer sus ideas, por más malas que estas sean, como el alcalde del pueblo o como diría tal vez Pierre Bourdieu, Chanel. Por otro lado, tenemos a personas como el Doctor Stockman, o como Henrik Ibsen mismo que luchó por sus obras generando mucha polémica y así logró consolidarse como renovador del teatro moderno, que quedan siempre del otro lado, donde el poder no predomina y tienen que hacerse valer luchando. Otro caso de revolucionario o renovador, es el de I. Tinianov, quien dentro de un campo muy agitado como es el de la literatura, propuso un análisis casi científico para esta también teniendo que enfrentarse en su campo a una reacción totalmente contraria pero logró al fin imponer su estudio.
Por último la patafisica, un movimiento cultural iniciado por Alfred Jarry, también deja la posibilidad de pensar, por un lado, la forma que se ve aquí de crear vanguardia que es creando este movimiento cultural totalmente revolucionario; por otro lado, la obra de Jarry Ubú Rey, la historia de Ubú, capitán del ejército polaco que decide, presionado por su mujer, derrocar al rey de Polonia y cuando lo logra, hace un muy mal uso de su poder subiendo los impuestos a grandes cifras y luego castigando a todo tipo de súbdito. Finalmente, luego del desastre, se escapa de Polonia con su mujer en barco. Aquí, si se quiere, sucede algo parecido aunque opuesto a lo que pasa en Un enemigo del pueblo donde el acorralado y el que se tiene que escapar en barco es el Doctor Stockman, que denuncia el problema. Aquí se podría pensar que Ubú, quien termina escapando, hace las veces del alcalde. En los dos casos se ve el aprovechamiento y mal uso del poder con la diferencia de que en el caso de Ubú, la sociedad lo termina condenando al que vendría a ser el “malo” en contraste con lo que sucede con el Doctor Stockman. Jarry estuvo sin dudas "al mando de la evolución" al iniciar este movimiento, logró imponer sus ideas para lograrlo y gracias a esto, otros se unieron sin dejar de proponer las suyas.
Para terminar, el hecho de vestir la moda, con el doble sentido que esto implica, no significa algo malo, lo importante es que esto no haga que quienes visten la moda no puedan crear la propia como lo hicieron Ibsen, Jarry y Tinianov, como tantos otros; y además, que el hacer uso de esa moda no signifique pertenecer a un grupo más selecto y al revés, del mismo modo, que el pertenecer a un grupo más selecto, con más poder, como el alcalde, Chanel o Dior, no signifique que solo ahí se cree.
viernes, 2 de noviembre de 2007
La moda, la vanguardia y la sociedad en relación con el cambio en la literatura
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